Según la antigua ley de los Judíos, el hermano del difunto que no ha dejado descendencia, debía tomar a la viuda y embarazarla. Onán no rechazó el mandato divino, solo que en el momento culminar, interrumpía el contacto carnal para no inseminar a su cuñada. Este fue el pecado que le costara la vida a Onán, devenido ahora en patrono de los autosuficientes.
Convengamos que, lo que nosotros llamamos onanismo, tiene muy poco que ver con la historia de Onan. Digamos que el delito estaba en desobedecer, quebrantar la ley de Dios, y no en el hecho de masturbarse o eyacular afuera.
Por lo menos Onan tenía acceso carnal sin fines de procreación. A lo que hoy llamamos con su nombre, es a un acto solitario que, no busca la procreación, solo el placer a través de la autoestimalación, la sugestión y la imaginación.
Algunos intuirán a donde me dirijo con este proemio, si lo que quiero es hablar de gestión cultural, aunque se puede aplicar a infinidad de proyectos, anhelos y expectativas.
Evidentemente lo único que nos limita para alcanzar el triunfo son nuestras propias mediocridades. El no saber, o peor aún, subestimar el poder que hay en cada ser humano para alcanzar sus metas. Por eso soñamos, fantaseamos y coqueteamos con la idea del "logro" pero recibimos tanto placer en la imaginación que nos contentamos, nos relajamos y perdemos la concepción de la realidad, el divorcio entre los sueños y la vida latente.
La verdad es que los "sueños" son la energía y hasta la materia prima con que se materializan los proyectos. Algo así como la autosugestión, una sana obsesión de alcanzar un logro.
Pero somos débiles, y en esta dimensión, muchas veces lo virtual es interpretado como real; Como un simulador de vuelos; si hacés mal las cosas te estrellas pero, de "mentirita".
Y por eso es tan importante tener la actitud, la constancia, el mapa, los planos del proyecto, siempre presentes. Porque si no, caeremos inevitablemente en el pecado de Onan, y como él, moriremos por quebrantar la ley de nuestros promisorios destinos, con una sonrisa orgásmica pero, sin descendencia.
Por lo menos Onan tenía acceso carnal sin fines de procreación. A lo que hoy llamamos con su nombre, es a un acto solitario que, no busca la procreación, solo el placer a través de la autoestimalación, la sugestión y la imaginación.
Algunos intuirán a donde me dirijo con este proemio, si lo que quiero es hablar de gestión cultural, aunque se puede aplicar a infinidad de proyectos, anhelos y expectativas.
Evidentemente lo único que nos limita para alcanzar el triunfo son nuestras propias mediocridades. El no saber, o peor aún, subestimar el poder que hay en cada ser humano para alcanzar sus metas. Por eso soñamos, fantaseamos y coqueteamos con la idea del "logro" pero recibimos tanto placer en la imaginación que nos contentamos, nos relajamos y perdemos la concepción de la realidad, el divorcio entre los sueños y la vida latente.
La verdad es que los "sueños" son la energía y hasta la materia prima con que se materializan los proyectos. Algo así como la autosugestión, una sana obsesión de alcanzar un logro.
Pero somos débiles, y en esta dimensión, muchas veces lo virtual es interpretado como real; Como un simulador de vuelos; si hacés mal las cosas te estrellas pero, de "mentirita".
Y por eso es tan importante tener la actitud, la constancia, el mapa, los planos del proyecto, siempre presentes. Porque si no, caeremos inevitablemente en el pecado de Onan, y como él, moriremos por quebrantar la ley de nuestros promisorios destinos, con una sonrisa orgásmica pero, sin descendencia.
1 Response to Onán y la Gestión Cultural
Coincido y celebro ampliamente el contenido general de la nota salvo en eso de considerar como pecado a la actitud del amigo Onan.
Y me refiero precisamente a la actitud central (quebrantar la ley de Jehová) y no a la periférica (el coitus interruptus).
El ejercicio máximo de la creatividad y su realización más completa implica rebelarse sobre todo y ante todo contra cualquier orden y código de leyes que presuponga algún origen divino.
En este sentido creo que Onan dejó una real y numerosa descendencia, mucho más real y numerosa que los que han parido varios hijos de carne y hueso.Pablo
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